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La seductora idea de los súper humanos debe incluir la ética del cuidado: Miguel Zapata

Ante la posibilidad de convertir nuestra especie en una súper humanidad, Miguel Zapata criticó este movimiento desde la ética del cuidado.

   Joaquín Cruz
   26 de febrero de 2024

Diseñar súper-personas, con vidas más largas, sin que sean susceptibles a enfermedades, con color de ojos, piel y cabello electos a discreción, más empáticos o inteligentes, son algunos de los objetivos que busca el transhumanismo.

Pero estas atractivas ideas también exigen una mirada distinta, que vaya más allá de las súper características individuales y, en su lugar, incluya una perspectiva colectiva vinculada directamente con la ética del cuidado.

Así lo explicó el doctor en filosofía de la ciencia, Miguel Zapata Clavería , en su charla “Una crítica al transhumanismo desde la ética del cuidado”, como parte del Seminario de Cuidados para la Vida y el Bien Común del Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, el pasado 22 de octubre del 2023.

Miguel Alberto Zapata Clavería es maestro en Filosofía de la Ciencia por la Universidad del País Vasco, en España, y doctor en la misma área por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). También ha sido profesor en distintos diplomados de bioética de la UNAM y en la maestría de Proyectos Socioambientales de la Universidad del Medioambiente de Valle de Bravo.

En su charla en el C3, el investigador definió el transhumanismo como “un movimiento cultural respaldado por círculos científicos, tecnólogos y políticos, que promueve el mejoramiento de las capacidades humanas haciendo uso de la tecnología incorporándola a nuestro cuerpo”.

Para el académico, la biotecnología, la nanotecnología y la inteligencia artificial son ámbitos que podrían permitir la mejora de algunas de nuestras capacidades físicas, cognitivas y hasta morales. Entonces, el transhumanismo es, básicamente, una corriente de pensamiento dirigida a gestar una súper humanidad.

“Por medio de la tecnología podríamos aumentar nuestra altura, nuestra fortaleza (...) tomar las riendas de nuestro propio destino biológico y hacer avanzar nuestros límites biológicos de manera indeterminada”, dijo Zapata. En su charla, el investigador también reconoció que el transhumanismo implica aspectos menos ventajosos.

Las críticas al transhumanismo

Para Zapata, es necesario hacer un análisis menos subjetivo y más realista de lo que es viable y ético del transhumanismo. “El transhumanismo es un proyecto que debe tomarse en serio, pues se vincula con posibilidades técnicas y por su alcance requieren una atención cuidadosa a sus argumentos y una atención cuidadosa a los futuros que queremos promover”, dijo.

Una parte esencial del transhumanismo es la “eugenesia liberal”. La eugenesia es una filosofía social que tiene como fin la “mejora” de la naturaleza humana, centrándose en los individuos supuestamente mejor dotados con el objetivo de favorecer su reproducción (eugenesia positiva) o evitando la expresión de ciertas características consideradas indeseables (eugenesia negativa). La eugenesia liberal es un concepto formulado por el profesor de Ética en la Universidad de Waikato en Nueva Zelanda, Nicholas Gar, quien propone que los futuros progenitores poseen libertades reproductivas para así poder elegir los rasgos de un futuro hijo, proceso en el cual el estado es completamente neutral.

Pero esta seductora propuesta se enfrenta a la resistencia por parte de varias posturas. Por un lado, está la bioética, que defiende un proyecto de mejora de las condiciones humanas, pero que no llegan a ser transhumanistas.

De acuerdo con el documento “Bioética: Teorías y principios”, publicado en 2019 por Jennifer Hincapié y María de Jesús Medina Arellano, ambas investigadoras del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, la bioética está a favor del bienestar de la persona y su relación con la naturaleza mediante fines más prácticos como evitar algunas enfermedades, pero no es su fin último la expresión de características físicas a discreción, como sí lo plantea el transhumanismo.

Por otro lado, está la postura bioconservadora, la cual se aferra a conservar las características biológicas frente al embate tecnológico. Los bioconservadores dicen que el alejarse del azar, en cuanto a expresiones genéticas, podría alterar la esencia humana.

Zapata considera que el humano está en constante transformación, por lo que, si existiese tal “esencia humana”, nunca habría sido la misma pues los cambios, tanto tecnológicos como sociales, la han deconstruido a lo largo del tiempo.

En cuanto a la dignidad humana, el politólogo estadounidense Francis Fukuyama, plantea en el libro “ The World's Most Dangerous Ideas” que la modificación del ente humano socavaría su dignidad y, por ende, sus derechos y garantías. Como respuesta, Zapata lo contrasta con la idea de Antonio Dieguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Málaga, quien dice que es complicado determinar dónde radica la dignidad, así como englobar las características que nos hacen acreedores de ella, dada la diversidad que hay en la misma humanidad. “¿Alguien que no posee alguna característica ya no es acreedor de dignidad?”, cuestiona Zapata.

Otra crítica tiene como base la idea del filósofo J. Habermas en su libro “ El futuro de la naturaleza humana ”, en el que plantea que si los padres fueran diseñadores genéticos de sus propios hijos, habría una sociedad dividida entre diseñados y surgidos del azar y que por parte de los hijos se exigiría una rendición de cuentas por su condición. Para Zapata, sin embargo, “hoy por hoy tomamos decisiones de cualquier índole sin el consentimiento de otras personas (...) Los padres deciden el colegio al que irán sus hijos, su alimentación, eventualmente hay un reproche, pero es parte de la normalidad”.

Otros críticos al transhumanismo dicen que habría una marcada división en la sociedad entre individuos biomejorados y no mejorados, los surgidos del azar. Sin embargo, de acuerdo con Zapata, “toda tecnología tiende a abaratarse y se convertiría en una mejora para todas y todos al democratizarse”. Entonces, dice el investigador, el aumento de una capacidad no tendría porqué provocar el detrimento de otra.

Cuidados, la mirada necesaria

A pesar de las respuestas que tiene Zapata a muchos de los cuestionamientos al transhumanismo, él mismo tiene una postura crítica debido a que el sistema tecnológico no necesariamente incorpora una perspectiva desde la ética que propicie el contacto con aquellos en los que reconocemos el sufrimiento y la necesidad de afecto.

“El transhumanismo trata de imponer una imagen del futuro, una imagen que deriva de una zona concreta que es Silicon valley, tecnólogos tratando de fijar el rumbo del futuro. Eso me parece pernicioso para la propia especie”, dice el investigador.

El doctor en filosofía de la ciencia reconoce que el transhumanismo tiene un carácter individualista, pues aspira a una autonomía del individuo como un sujeto independiente y autosuficiente, despreciando que la autonomía sólo se constituye entrando en dependencia con otros.

Respecto a esta condición de dependencia, Zapata retoma el trabajo sobre la ética del cuidado, de la feminista, filósofa y psicóloga estadounidense, Carol Gilligan, en el que reitera que la autonomía es ilusoria, pues las vidas de la gente están completamente interrelacionadas.

La ética del cuidado plantea un reconocimiento a la cualidad de las personas de ser susceptibles al daño y la inevitable dependencia hacia otras personas a lo largo de nuestra vida. Esta ética tiene un carácter “intersubjetivo”, es decir, construye o dirige nuestra acción considerando al otro y en interacción con el otro.

Así que, de acuerdo con Zapata, el transhumanismo también debería incluir la responsabilidad que tenemos al momento de planear un proyecto que incide en la vida de otro ser vivo.

Un ejemplo de esto ocurrió en noviembre de 2018, cuando el investigador chino He Jiankui anunció a la comunidad médica internacional su intervención en el ADN de dos embriones humanos mediante el sistema CRISPR-cas9, cuyo fin era la modificación genética para reducir su riesgo de contraer VIH. Esta noticia fue un escándalo pues hasta el momento no había un consenso científico internacional sobre cómo aplicar la técnica CRISPR/cas en la edición genética de embriones humanos.

Este evento suscitó cuestionamientos desde la ética: ¿Desde dónde actuó este científico? ¿desde la búsqueda de reconocimiento y gloria personal? ¿O en nombre del bien común? Cualquiera que fuera su motivo, muchos lo asumieron como un acto irresponsable.

Visto desde la perspectiva de cuidados, éste es un ejemplo de cómo la búsqueda de súper humanos puede acarrear una falta de cuidados colectivos, pues estandariza procedimientos sin regulación que ponen en riesgo la salud de las personas sometidas a estos y la de su descendencia. Por eso, la responsabilidad en el uso de la tecnología importa para prever de qué forma nuestros actos e innovaciones tecnológicas incidirán en la vida de las demás personas y seres vivos con los que convivimos.

Zapata reconoce que el transhumanismo tiene poco cuidado con nuestras características como seres orgánicos y sociales, en el sentido de que plantea un futuro donde no se contemplan, y más bien se omiten, múltiples espacios y momentos que están intrínsecamente relacionados con ser humanas y humanos, como la vejez y la familia; donde se convive y surgen las relaciones de cuidado.

“Están pensando no tanto en preservar y cuidar las condiciones que permiten la permanencia de la especie humana en su propio planeta, sino en un salto tecnológico que nos permita transgredir los límites de la Tierra (…) La posibilidad de escapar ante un planeta que está cada vez más dañado”, dijo.

Con esto, subraya que nuestro carácter interdependiente no solo es entre personas, sino con el resto de la biodiversidad y el planeta, ámbitos que muchas veces son ignorados, pues los planes para el progreso sólo contemplan el futuro de una especie o un círculo específico: “Cuidar el futuro es cuidar la imaginación y el cuidar la imaginación nos permite que el futuro no sea uno solo, sino que el futuro sean muchos futuros”.

El que lleguemos a ver, convivir o convertirnos en súper-personas puede ser un escenario cada vez más cercano. Y por eso, dice Zapata, es necesario someter a escrutinio las perspectivas de movimientos que pasan por alto el fomento al cuidado en nuestras relaciones y espacios.

Para ello, el investigador cree que es necesario plantear regulaciones a la aplicación tecnológica, que permitan entender a la sociedad como un conjunto sintiente y vulnerable, en vez de unidades aisladas en nombre de la integridad de las personas. En pocas palabras, heredar a las súper personas habilidades de leyenda es igual de importante que el legado de una sociedad que se tiende la mano, y que se cuida entre sí.

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